viernes, 29 de agosto de 2008

ECUADOR: Verde paisaje del medio del mundo

Crucé un puente en la frontera de Perú con Ecuador desde dónde se observaba el río completamente desbordado debido a las intensas lluvias que habían caído en los últimos días, dejando graves consecuencias en la zona.




Una vez en tierra ecuatoriana me dirigí, con un alemán llamado Samy, desde la fea ciudad fronteriza de Huaquillas hacia Loja, por una carretera bastante movidita donde predominaba ampliamente el color verde en el paisaje. Desde allí tomamos otro bus para Vilcabamba, un pueblito muuuy tranquilo conocido como "El Valle de la Longevidad" debido a que algunos de sus habitantes llegan a superar el siglo de vida. Dicen que esto se debe a su desestresado modo de vida, la pureza del agua mineral que beben, la sana alimentación que ingieren y el agradable clima de la región.

Aquí nos quedamos más tiempo de lo planificado tentados sobre todo por las comodidades que nos ofrecía el hostel, donde también me encontré con Octavio, un argentino con el que nos hicimos amigos por internet y que en ese momento estaba trabajando por unos días allí.

El hostel era una "ganga", ya que por 7 dólares teníamos acceso a una cama grande, un desayuno muy casero con jugo de tomate de árbol y huevos, sauna, jacuzzi con tv y dvd para ver películas desde el agua, mesas de ping pong y billar, etc.

En Vilcabamba hicimos 2 caminatas, una al Cerro Mandango para observar el tupido valle desde las alturas donde apreciamos la gran biodiversidad de este país en cuanto a flora y fauna.







La otra caminata fue siguiendo un arroyo hasta Agua de Hierro, pero con el aguacero que cayó en el camino ya no nos hizo falta llegar a encontrar más agua...

Con Sammy salimos de Vilcabamba rumbo a Cuenca pero antes pasamos por Loja donde hice otra de las buenas acciones de este viaje al devolver un portafolio lleno de documentos importantes como: talonarios de facturación, chequeras, carnet de conducir, cédula de identidad, etc. que pertenecía a un ingeniero que lo había olvidado en el primer bus que tomé y que permaneció en el portaequipajes durante 3 días sin que nadie lo notara. Él estaba tan agradecido porque yo se lo había regresado que nos invitó a comer un ceviche de camarones al alemán y a mí y luego nos paseó en taxi en un improvisado city tour por los lugares más vistosos de su ciudad, antes de que tomáramos el siguiente bus a Cuenca.




Allí llegamos por la angosta carretera antigua ya que en la nueva vía ocurrió un deslave que la iba a mantener en reparación durante 10 días debido a las intensas lluvias que, como se vió en la primer foto afectan fuertemente a muchos sitios del país.

Cuando llegamos al hotel de Cuenca, nos encontramos de casualidad nuevamente con Octavio que se había ido antes de Vilcabamba así que salimos los 3 a recorrer esta tranquila ciudad fundad en 1557 reconocida por la UNESCO que se encuentra atravesada por 4 ríos y que constituye la 3era ciudad del país luego de Guayaquil y Quito.

El primer día me subí a un bus turístico porque con descuento era un paseo barato y una guía explicaba todos los sitios de interés por dónde pasábamos hasta llegar al mirador de Turi que ofrece una bella vista de esta pintoresca ciudad colonial.




Además ese día me junté con Rocío y fuimos a ver el Museo del Sombrero donde nos explicaron cómo producen los mundialmente reconocidos "Panamá Hats". Lo curioso es que estos sombreros de paja se han denominado mal debido a que muchos de ellos luego de ser confeccionados en las costas de Ecuador, se enviaban a los trabajadores del canal de Panamá y por eso popularmente se confundió su origen.
También vimos unas exposiciones en el Museo de Arte Moderno.

Al día siguiente con los chicos fuimos a los baños termales que quedan cerca de la ciudad y nadamos en las aguas calientes de una gran pileta a la que ingresamos a muy bajo costo. Así como nos pasó en Vilcabamba, también en Cuenca nos dieron ganas de quedarnos más tiempo del que habíamos estipulado inicialmente.

Esa noche presenciamos una presentación de la banda de jazz Mainstream y al día siguiente visité uno de los mejores museos que vi en Latinoamérica, el del Banco Central del Ecuador que por solo US$1,50 me dio acceso a maravillosas salas de arte arqueológicas, numismáticas (monedas) y etnográficas que distinguen a los habitantes de este país explicando sus costumbres y las vestimentas que usan en el día de los inocentes (muy distinto al de Argentina), el de la "vaca loca", el baile de cintas, etc.

Además en el gigantesco parque del museo se encuentran las ruinas incas de Pumapungo descubiertas a principios de 1900 en medio de la ciudad.




Allí también hay un jardín muy bien cuidado que exhibe y explica más de 300 especies de plantas de Ecuador, desde chamánicas (alucinógenas) y medicinales hasta alimenticias u ornamentales. Adicionalmente se pueden ver y escuchar los sonidos que emiten diferentes aves y animales terrestres que se encuentran sueltos o dispuestos en un mini zoológico.

Al final del recorrido la directora del museo me regaló un par de libritos con explicaciones y música para seguir comprendiendo los legados de la cultura andina.

De Cuenca, junto al alemán seguimos viaje hacia Alausí, un pequeño pueblo al que los turistas llegamos en busca de un bonito paseo en un trencito que va hacia "La Nariz del Diablo" en un trayecto construido hace 100 años para unir Guayaquil con Quito, pero desde 1993 fue afectado fuertemente por "el niño" que desbordó los ríos y generó deslaves que acabaron con gran parte de este trayecto. Pero este corto trayecto se ha vuelto bastante turístico y cuando la vieja locomotora no puede hacer el recorrido, en las vías se utiliza un carro que parece una mezcla entre locomotora y autobús.




Luego pasamos de camino por Riobamba hacia Baños, un pueblito considerado la puerta a la amazonia ecuatoriana, por lo tanto cuenta con un clima muy "rico" y muchas agencias turísticas ofreciendo todo tipo de excursiones. Allí me quedé en otro hostel que volvió a redoblar la relación calidad-precio ya que por US$ 6 tuve un desayuno gigante, un cuarto con TV y baño privado, internet libre y otras comodidades.

Me hice amigo de los "manes" que allí trabajan y además de salir a divertirnos a la noche, de día salimos de caminata rumbo al Mirador de la Virgen desde donde vislumbramos de un lado al valle de Baños de Aguasanta que parecía acobijarse bajo un doble arco iris y al otro el Volcán Tungurahua (5016 msnm) que todavía "botaba" ceniza de su cráter ya que había hecho una pequeña erupción hacía 2 meses.




Baños cuenta con actividades de aventura, entretenimiento y de relajación como las aguas termales que le dieron nombre al pueblo. Adicionalmente posee una gran cantidad de cascadas que fuimos a observar paseando en el techo de una "chiva" -un bus abierto en ambos lados-.

A una de las cascadas nos acercamos en tarabita –una especie de teleférico muy alto, movilizado por un motor de camión que cruza de un lado al otro de la montaña)




Terminamos la excursión con una caminata para ver la cascada más grande del lugar denominada El Pailón del Diablo.

Esa noche continué viaje hacia la costa, empezando por Guayaquil, la ciudad más poblada de Ecuador, en parte porque posee un gran puerto.

Cuando llegué a Guayaquil me encontré con MaFer que me llevó a pasear primero por el parque Bolivar donde la gente en vez de alimentar con migas de pan a las palomas, les da lechuga a las decenas de iguanas que conviven pacíficamente con las personas que pasan y las ardillas que merodean por los árboles.




De allí fuimos al Malecón 2000 y visitamos el monumento que conmemora el encuentro de San Martín y Bolívar, los dos grandes libertadores de Sudamérica. Continuamos caminando en dirección al primer barrio residencial de la ciudad llamado Las Peñas que conforma la parte más bohemia y atractiva de la ciudad. Los 444 escalones que subimos hacia la cima de la montaña Santa Ana nos permitieron ver la ciudad desde dónde se encuentra el faro.




Desde allí tomamos un taxi a la casa de MaFer donde almorzamos una exquisita "cangreajada" preparada con sus propias manos. Ese mismo día continué viaje junto a un australiano hacia Montañita por la carretera de la costa, denominada Ruta del Sol.

Debido a sus olas, Montañita es la playa surfer por excelencia de Ecuador. A ese lugar llegan jóvenes de muchos lugares del mundo que incursionan en el deporte de día y salen de fiesta de noche.

En mi caso particular, la primera noche conocí a un grupo de chicos caleños (del sur de Colombia) super "bacano" con los que volví a encontrarme al día siguiente y desde ahí pasé a ser un integrante más del grupo hasta que me fui, ya que nos la pasamos juntos todo el resto del tiempo. Con ellos alquilamos un body board, compramos ropa bien barata, nos sacamos muchas fotos y nos a adueñamos de la noche en Hola Ola y Gío.

Nos apegamos tanto en tan poquitos días que demoré mi partida para pasar más tiempo junto a ellos.




Pero un día me tocó madrugar para viajar hacia Puerto López y me despedí de Yuly, Magda, Eli, Jenn, Pao y Jacin con la promesa de reencontrarlos en Cali, unas semanas más tarde.

Desde Puerto López se pueden visitar las islas que pertenecen al Parque Nacional Machalilla que posee gran cantidad de aves y sus aguas se encuentran habitadas por una buena diversidad de peces.

Por eso a esta región la denominan la pequeña Galápagos, con la diferencia de que para visitar aquellas islas famosas por sus tortugas gigantes, hay que abonar unos US$ 1000; por eso las Islas de Machalilla son popularmente conocidas como "Las Galápagos para gente pobre".

Yo tenía la idea de visitar la Isla de la Plata, pero la afluencia de turismo hacia este lugar había elevado mucho los precios de las excursiones y la dejó afuera de mi presupuesto. Así surgió la posibilidad de ir a la Isla de Salango que ofrecía prácticamente lo mismo por US$30 menos (ya que conseguí la excursión a mitad de precio).

Desde la lancha vimos de cerca a los hermosos piqueros de patas azules, fragatas y hasta nos lanzamos en káyac a observar un lobito de mar que se encontraba "tomando sol" sobre una roca.




Haciendo snokeling ví muchos peces grandes de colores y estrellas de mar que descansaban sobre el arrecife coralino y luego llegamos nadando a una bonita playa virgen donde nos quedamos observando el raso vuelo de los pelícanos. En el paseo también intentamos pescar, pero como bien dije, eso se quedó sólo en el intento y la tarde finalizó regresando a Puerto López con una bellísima puesta del sol.

Ese mismo día continué camino a Quito, que es la capital más pintoresca de Sudamérica debido a que cuenta con el centro histórico mejor conservado del continente –merecidamente reconocido por la UNESCO-.

Esta ciudad fue fundada en 1534 y tiene una sobrepoblación de iglesias, capillas y monasterios construidos entre el siglo XVI y el XVIII con estilo clásico y barroco.

Llegué a Quito en la madrugada del Viernes Santo advirtiendo rápidamente el cambio de clima ya que sus 2800msnm enfrían mucho el aire sobre todo cuando no hay Febo. Tras hacer tiempo en un café de la terminal esperando el amanecer, me encaminé hacia el centro para dar un paseo por el ordenado y limpio corazón de Quito. La gente fue muy amable y todos ponen de su parte para el desarrollo turístico de la ciudad. Por más curioso que parezca, el turismo de Quito está íntegramente manejado por la policía que me prestó buenos servicios y me obsequió excelentes mapas.

Me pasé toda la mañana caminando y viendo las construcciones de la época: y mientras la ciudad se preparaba para una multitudinaria procesión penitencial típica de Semana Santa, aproveché para sumarme a una visita guiada gratuita por el elegante palacio presidencial. Luego sí observé la procesión realizada por cientos de personas vestidas con túnicas púrpuras y máscaras con forma de cucuruchos que usaban en sus cabezas simbolizando a los penitentes que muestran su arrepentimiento durante el camino de Jesús.




Esa tarde me encontré con Isabel una chica que contacté por la página de internet: CouchSurfing. Ésta es una comunidad de viajeros de todo el mundo en la que uno puede dar o recibir alojamiento gratuito de otros miembros; así el que hospeda suele conocer varios viajeros que visitan su ciudad y el que viaja fácilmente consigue amigos locales en los que puede confiar. Además, en las grandes ciudades, la comunidad local suele ser grande y habitualmente se organizan actividades de todo tipo para que los CouchSurfers se reúnan y conozcan a otros miembros. Yo había utilizado está página por primera vez en mi viaje a Paraguay cuando me quedé en la casa de Hugo en Asunción, y luego no volví a emplearla durante más de 3 meses hasta que llegué a Quito. Sin embargo, en un par de ocasiones, utilicé una página similar llamada Hospitality Club que fue con la que tuve el primer acercamiento a este tipo de experiencias al hospedarme así en Oaxaca, México unos días antes de terminar la primer parte de mi viaje. Con esta otra página me recibieron en Montevideo, Uruguay y en Trujillo, Perú y compartí lindos momentos en Puerto López y Guayaquil, Ecuador.

Dedico toda esta explicación, porque en los países que visité posteriormente utilicé estas páginas cada vez más y ellas modificaron no sólo mi estilo de viaje –al convertirse en mi primera opción para buscar alojamiento- sino mi vida social y la forma en que me relacioné con la cultura local. Volveré a retomar este tema en el relato de Colombia, país en el que CouchSurfing tomó una relevancia fundamental y embelleció completamente mi viaje, agregando muchas de las vivencias más lindas que experimenté en mi vida.

Volviendo al encuentro con Isa con la que primero comimos unas empanadas de verde y queso y tomamos una sopa de bolas de verde –ambos platos preparados con plátano- luego fuimos en el moderno trolebús hasta su departamento en el norte de la ciudad. Allí pusimos manos a la obra en preparar una merienda que terminó convirtiéndose en cena porque incluía jugo de naranjilla, chocolatada, café con leche, sándwiches tostados, omelettes, etc.

Esa noche salimos a dar una vuelta por La Mariscal, que es como la zona rosa donde están los mejores bares y restaurantes. Nosotros nos tomamos una cervecita en uno llamado El Zócalo.

Al otro día con Cristoph –un alemán que también se quedaba en lo de Isa- fuimos a conocer Otavalo, el mercado indígena más famoso de Sudamérica. Cada sábado Otavalo es visitado por grandes masas de turistas que buscan coloridas artesanías de calidad y a buen precio. Si bien en mi viaje no suelo comprar casi nada no sólo por la falta de presupuesto, sino también porque cada cosa que agrego a mi mochila luego debe ser cargada por mi espalda, pero esta vez la tentación fue tal que tuve que hacer una excepción. Me compré un abrigo de lana para algunos de los lugares fríos que todavía me quedaban por visitar, unas remeras, un cinturón, una pulsera y algún que otro souvenir antes de regresar a Quito.




El domingo fui a ver el monumento que se levantó en el lugar dónde hace más de 270 años se determinó que era la latitud 0° 0´ 0¨. Esta es la línea que le dio a este país el nombre de República del Ecuador en 1736. Ese año se realizó una misión geodésica con el objetivo de probar la forma de la tierra ya que éste era uno de los únicos sitios del planeta dónde la latitud 0° no pasa por la selva ni por el océano. Este lugar queda un poco alejado de la ciudad pero alrededor del monumento se ha construido un pueblito colonial turístico con restaurantes y negocios con todo tipo de souvenirs para los que quieran llevarse un recuerdo de su paso por la línea ecuatorial, dónde uno puede tener una mitad de su cuerpo en el hemisferio norte y la otra en el hemisferio sur.




Cabe aclarar que en la modernidad los Sistemas de Posicionamiento Global determinaron que la línea trazada en ese parque referenciando al Ecuador tiene un error de algunos metros con el medio real del mundo. Pero yo no tuve tiempo de ir hasta el centro exacto porque me quedé en la plaza central viendo el espectáculo de danzas típicas y música que presentan allí los fines de semana. Aquí me volví a encontrar por última vez con Octavio y visitamos juntos los 10 niveles del Museo Etnográfico instalado dentro del monumento y el mirador que está en el último piso. Entramos pagando US$1 que era el precio para estudiantes y tuvimos guía durante todo el recorrido. Este monumento tiene 30 metros de altura y estando allí también se pueden visitar otras salas de arte, maquetas y científicas.

Además en este lugar uno tiene la posibilidad de hacer algunas cosas curiosas como pesarse y pensar que rebajó unos 3 kilos, pero lo cierto es que en esta zona el peso de los cuerpos es menor. También uno puede intentar para un huevo sobre la cabeza de un clavo, que luego de varios intentos y a pesar de que el viento lo desestabilizaba finalmente se paró.




Esa noche nos fuimos al cine gratis porque el hermano de Isa trabaja en las boleterías y nos dio entradas a todos.

Al día siguiente me fui de Quito hacia la ciudad de Tulcán que limita con Colombia, con la anécdota de que en el bus por un descuido casi pierdo mi pasaporte y todo mi dinero.

Tulcán posee un cementerio hermosísimo colmado de "esculturas en verde" ya que la vegetación del lugar –mayormente conformada por árboles de ciprés chino- está prolijamente moldeada artesanalmente con figuras antropomorfas, zoomorfas y geométricas. Así se distinguen de animales, rostros, arcos, etc.




Creo que esta placa amurada a una de las tumbas explica simplemente lo que uno siente cuando visita este camposanto:




Mi recorrido por tierra ecuatoriana me dejó muy contento por haber encontrado semejante diversidad en un país tan pequeño comparado a sus gigantes vecinos sudamericanos (Brasil supera más de 30 veces la superficie de Ecuador). En Ecuador uno puede llegar a tomar el desayuno en la calurosa amazonia, almorzar entre las frías montañas y volcanes activos de los Andes, tomar la merienda en una playa viendo el atardecer en el Océano Pacífico y terminar la jornada cenando en alguna de sus islas. Así vemos que si bien las cuatro regiones de este país se encuentran a poca distancia una de otra, están bien diferenciadas en cuanto a clima, paisaje y gente. Entre los 13 millones de habitantes de Ecuador encontramos una gran variedad de razas.

Al igual que en Bolivia y Perú, aquí también hay mucho por hacer en cuanto a equidad, cultura y educación.

Su economía está en desarrollo y a pesar de ser un país dolarizado, los precios de Ecuador resultaron ser muy accesibles para mí, sobre todo por los bajos costos de la comida, el hospedaje y el transporte.
En esta oportunidad -sobre todo en los últimos lugares que visité- tuve que acelerar mi paso para llegar al sur de Colombia a reencontrarme a tiempo con Licha, mi amiga mexicana que viajaría desde Monterrey para compartir allí unos días conmigo. Me quedé con ganas de conocer más rincones del país y de pasar algo más de tiempo en los lugares que más me gustaron, pero siempre es bueno dejar razones para volver y revivir los coloridos recuerdos que me llevo de este país.