sábado, 11 de agosto de 2007

CUBA: ¿Qué bolá asere?

Este probablemente sea uno de los relatos más complejos que me toca escribir, ya que luego de viajar durante 2 semanas por Cuba, he vuelto a México lleno de lindas experiencias, pero también de interrogantes.
Cuba es un país único. No sólo por sus autos clásicos, playas, puros y música, sino principalmente por su gente.
Es por eso que en mi viaje por esa tierra revolucionaria, siempre intenté rodearme de cubanos, para involucrarme con ellos y evitar la forzosa separación entre el turista y los ciudadanos que impone la policía. Es que sólo estando junto a ellos uno logra conocerlos y salir de la burbuja armada para los que visitan Cuba en forma "light", con paquetes del tipo "All inclusive en Varadero".
Viajar así no fue fácil, ya que muchas de las cosas que hice no son aptas para turistas como alojarme en casas de familias que no tienen su hogar habilitado para eso, tomar transporte público local, comer en moneda nacional, etc... así pude darle una manito a algunas personas necesitadas, yo ahorré mucho dinero y de paso alimenté mi espíritu aventurero.
Por eso, para empezar mi crónica sobre este país, que verdaderamente lleva el ritmo en la sangre de cada uno de sus habitantes, voy a musicalizarla con un fragmento del documental de Buena Vista Social Club, para que mientras tararean "De Alto Cedro voy para Marcané. Llego a Cueto voy para Mayarí" vean algunas imagenes representativas de La Habana y su hermoso malecón.



Ya se sabe que hablar sobre Cuba siempre es controversial. Una vez allí sentí que el que quiera formar una opinión seria sobre la isla, tiene que visitarla. Es que uno aprende mucho "platicando" con los cubanos, ya que entre sus más de 11 millones de habitantes, se puede encontrar personajes de todo tipo. Hay muchos que se expresan a favor del gobierno y muchos otros que están en contra. Aunque también hay un buen número que se conforma con lo que tiene, a pesar de que en el fondo ve la necesidad de un cambio. He hablado con ellos de política, democracia, economía, emigración, etc.
También ellos están siempre expectantes de escuchar cómo es la vida en otros países, ya que en su gran mayoría los cubanos se ven imposibilitados de visitar otros lugares. Incluso y fundamentalmente por motivos económicos, ni siquiera alcanzan a recorrer su propio país.
Es que un médico en Cuba gana unos USD 15 MENSUALES! (1 dólar equivale a 24 pesos cubanos). Yo todavía no comprendo cómo se arreglan para llegar con eso a fin de mes... Ya que si bien en Cuba la salud, educación y vivienda son derechos gratuitos para todos los habitantes, no sentí que eso sea suficiente, ya que la pobreza se hace notar fuertemente en los hogares. Así, en La Habana y en otras ciudades grandes, aunque muchos batallan sus necesidades vendiendo en la calle desde caldos hasta bolsitas por unidad, luego de padecer el crítico Período Especial de la década del 90, lamentablemente también aparecieron varios jineteros (estafadores) y jineteras (prostitutas).
Sin embargo y si bien sus calles cuentan con muy poca iluminación, Cuba es un país seguro. A pesar de las dificultades que soportan a diario, los cubanos mantienen su buen humor todo el tiempo. Su acento es bien simpático, ya que entre otras cosas, arrastran la "ch" como si fuese "sh", o pronuncian la "r" final de las palabras como si fuese una "l". Además todos son muy amables con los visitantes (que es su fuente principal de ingresos). Así, el esmero que ponen en atender al turista genera que éste se encariñe mucho con la gente local. Como me pasó a mí...

Ya les contaré personalmente como solucioné algunas dificultades que tuve antes de salir, como cuando me dejaron varado o cuando no pude tomar el colectivo de Playa al aeropuerto porque estaba lleno. También quedaron como anécdotas haber recuperado mis pasajes, pasaporte y Visa que casi pierdo en el aeropuerto, tener el vuelo más caluroso de mi vida y encontrar tirada una de las maletas que no estaba en la cinta transportadora cuando llegué a Cuba.

Una vez en suelo cubano, mi viaje empezó muy bien. Viajé gratis (sí, leyeron bien) ya que unos cubanos que viven en Miami pagaron mi pasaje por llevarle unas maletas con ropa y medicamentos a su familia.
Además ¿adivinen con cuánto llegué desde el aeropuerto hasta la casa donde me alojaban? Con 1 peso cubano! (Nota: volver a leer más arriba la equivalencia entre pesos cubanos y dólares). Ni los propios cubanos podían creer que yo como "turista recién llegado" y sin conocer a nadie, me animé a viajar mientras anochecía desde el aeropuerto hasta la casa donde me iban a hospedar. Y llegué bien, a pesar de tener que tomar 3 "guaguas" (colectivos) incluyendo una que era sólo para los empleados de la terminal aérea y otra que me invitó un ferroviario que me acompañó a la casa de la que hasta tenía mal anotada la dirección.
Este es uno de los "camellos" donde viajé (trailers muy grandes, tirados por camiones) por "20 kilos" (0,20 centavos de peso cubano).


Victor y Barbarita me alojaron en La Habana y me hicieron sentir como en casa, igual que a aquellos entrañables viajeros autores de "Atrapa tu Sueño", Herman y Cande que también se hospedaron en su hogar, situado en el barrio Cerro.



Desde ahí salimos con Eliezer, el hijo que todavía queda viviendo en la casa, a recorrer los recovecos más lindos de La Habana Vieja (nombrada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad, al igual que el Centro Histórico de Cienfuegos y Trinidad). Caminamos por el Paseo del Prado, la Catedral y el Capitolio.


Además, siguiendo la recomendación dejada por el escritor (y bebedor) Ernest Hemingway, me acerqué a El Floridita a tomar un daikiri y también fui a la calle Empedrado 207 a saborear un rico mojito, luego de dejar mi firma en una de las paredes de la cantina más famosa de Cuba, aquella que empezó como un almacen situado justo en "el medio de la cuadra".


La gastronomía cubana no es de lo mejor y si bien las amas de casa de los hogares donde dormía cocinaban "con amor", la comida se volvía un tanto repetitiva o rutinaria ya que siempre se come "congrí" (arroz con frijoles) acompañado por lo general de puerco, "aguacate" (palta) y plátano frito. Por allá sí que extrañé los asados, ya que carne de res prácticamente no hay. Sin embargo, con Eliezer pudimos comer una rica pizza cada uno en el Barrio Chino y tambier salir a comer a un "paladar" (restaurant privado). Tampoco me puedo olvidar de los super cremosos helados de Coppelia, cuyo precio justificaba siempre las largas colas en las cuales la gente formaba, a simple vista, desordenada... pero una vez ahí me di cuenta de su organización bastante peculiar (el famoso orden dentro del desorden). Es que cada nuevo integrante que se sumaba al conjunto preguntaba "¿quién es la última persona?" y el último levantaba la mano. Así cada uno respeta a quien está antes y sabe quién viene después.

Con Elie además visitamos una de las Playas del Este, la de Mar Azul (cerca de Guanabo) y concurrimos a la discoteca más conocida de Cuba: La Casa de la Música donde vimos un divertido grupo de salsa y yo pasé un poco de "pena" (vergüenza) al intentar seguirle el paso a una bonita muchacha cubana. Además de los tradicionales ritmos como la rumba o el danzón, a los cubanos les gusta mucho bailar reggaeton.

Otro día tuve la posibilidad de filmar el armado de un "tabaco" (habano) con el respectivo relato del "tabaquero" (la persona que lo hacía), para luego disfrutar mi puro recién hecho junto a un rico cafecito en la tienda Romeo y Julieta (a pesar de que terminé un poco mareado).


También estuve en el Museo de la Revolución.


Pude recorrer dicho museo junto al mejor guía del lugar: Elio, que luego de 7 horas de verdaderas clases de historia, todavía quería que vuelva a verlo porque había mucho más por aprender. En esa visita, un poco interesado por lo que estaba escuchando "de oído" se sumó Miguel, un español un poco loco pero buena onda que luego se convirtió en mi compañero de ruta por el interior de Cuba.
Aquí tienen tres videos. Los dos primeros explican un poco el desembarco guerrillero de aquellos que van a llevar a cabo la Revolución Cubana y el tercero tiene que ver con una situación que Elio imaginó para explicarle a Migue, de una manera increiblemente gráfica, la política de Estados Unidos (que dicho sea de paso, tanto daño y retrasos le causa a Cuba con el embargo, que la aisla de la globalización que atraviesa el mundo).







A la salida del museo, con Migue cruzamos la bahía para ver la hermosa vista de La Habana que brinda el morro donde se encuentra el Cristo y presenciamos la ceremonia de "El Cañonazo de las 9"


Con Miguel, Laura y Claudia salimos a pasear por el malecón habanero que cada noche se llena de gente que se junta a platicar, comer maní y, si pueden, beber la sabrosa Cerveza Bucanero .

Otro día aproveché a visitar el Centro de Estudios Che Guevara que todavía estaba en construcción, pero en el que pude conversar con un interesante investigador, a través del cual conseguí visitar la casa del Che y casi consigo una cita con una de sus hijas. Hablando de él, aquí está una de sus imágenes más reproducidas, en este caso en la imponente Plaza de la Revolución



Una vez que recorrimos bien La Habana y con una agitada despedida de la ciudad, con Migue nos fuimos a dar una linda vuelta para conocer otras facetas de la isla. Empezamos por Varadero y seguimos por Camagüey, Santa Clara, Cienfuegos y Trinidad.

En Varadero, estuvimos en la playa a la que asisten los cubanos y lamentablemente la encontramos bastante sucia. En general en Cuba no hay demasiada cultura ecológica en las playas. No hay cestos cercanos y la mayoría de los que había ni siquiera tenían bolsas para los residuos, por lo tanto la basura la "botan" (tiran) en la arena. También encontré muy contaminadas las calles de La Habana, dónde la basura se acumula durante varios días en sectores que luego ayudados por el calor despiden un olor muy desagradable. Sin embargo no puedo decir lo mismo de las ciudades de Camaguey, Cienfuegos o Trinidad que encontré super limpias.

El atardecer en Varadero:




Cuando anocheció seguimos camino, casi por casualidad, hasta Camagüey. Aunque estaba fuera del plan, aprovechamos el colectivo para dormir unas horas más y conocer esa ciudad que, de hecho, nos resultó sumamente interesante, sobre todo por la tranquilidad y calidez su gente.
Allí, además de visitar sus numerosas iglesias y parques, nos dimos una vuelta por el mercado.


Y luego contemplamos otro atardecer, antes de ir a escuchar a un grupo en La Casa de La Trova.


En mi memoria quedarán las graciosas anécdotas del abundante desayuno en el restaurant de la terminal, la ducha en la casa del bicitaxista o el desesperante negocio que montamos con Migue en la sala de equipajes, antes de salir hacia Santa Clara.

Ya en Santa Clara, temprano en la mañana visitamos el Mausoleo del Che, donde descansan sus restos que llegaron desde Bolivia en 1997. Allí se construyó una enorme escultura sobre un museo que exhibe varias pertenencias y fotos inéditas de cada una de las etapas por las que atravesó Ernesto Guevara de la Serna.


Después nos subimos a un coche tirado por un caballo para trasladarnos hasta el monumento donde se produjo el descarrilamiento, asalto y toma del tren blindado. Éste estaba integrado por 408 efectivos del ejército de Batista que fueron vencidos en poco tiempo por veintitres hombres comandados por el Che Guevara. Luego me hice amigo de Mari que me presentó a Maye y Urbi (todos artistas de distintas ramas). Otra vez, contrariando nuestro plan previo, decidimos quedarnos ya que nuestros nuevos amigos nos brindaron alojamiento. Así me la pasé con ellos hasta la noche cuando me llevaron a presenciar gratuitamente el espectáculo que dan y terminamos todos bailando y tomando tragos de Cuba Libre (preparados obviamente con Ron Havana Club).

Al otro día, tuvimos que seguir rumbo a Cienfuegos y lo hicimos pagando menos de 2 dólares a bordo de esta "máquina" (carro particular)



"La perla del sur" se recorre facilmente ya que sus principales atracciones se encuentran alrededor de su bello Parque José Martí.
En Cienfuegos, probé un rico helado artesanal "hecho en casa" y también unas pizzas que intoxicaron a Miguel y lo llenaron de ronchas.
Además fuimos a las costas de Punta Gorda situada entre espacios verdes y prolijas construcciones. Allí conocimos a una pareja de italianos que nos dieron "botella" (nos llevaron gratis) hasta Trinidad.

Luego de perdernos un poco en la ruta y de un confuso episodio con la policía que después fue bizarramente ¿solucionado? por un cubano, llegamos a buscar alojamiento en Trinidad, que casualmente encontramos caminando por la calle. El lugar quedaba lejos, pero nos resultó útil porque se adaptaba a nuestro ajustado presupuesto.
A la noche salimos a presenciar los bailes en las escalinatas y nos dimos una vueltita por La Casa de la Música.
Durante la mañana -un poco a los apurones- recorrimos esta hermosa ciudad colonial mientras conseguíamos un colectivo que nos lleve de regreso a La Havana por menos dinero de lo que comunmente se paga y otra vez la casualidad estuvo de nuestro lado. A pesar de contar con poco tiempo, pude alcanzar a ver varios sitios pintorescos de la también llamada Ciudad Museo de Cuba, ya que tiene imágenes tan bonitas como estas:




Sus casonas, calles de adoquínes y autos de la década del 50, te trasladan automáticamente al pasado




Una vez de regreso en la capital, tuve otro pequeño episodio con la policía por estar siendo transportado en un bicitaxi en el que sólo pueden viajar los cubanos. Afortunadamente este hecho fue solucionado de forma rápida e inesperada (y sin pagar coimas). Al otro día, tuve la posibilidad de hablar con Alberto Granados Hijo, y quedará para la próxima el encuentro con su padre, ya que en ese momento el viejo aventurero compañero del Che, estaba vacacionando junto a su nieta por el interior de Cuba.

También estuve a punto de encontrarme con Harry Villegas (Pombo), uno de los cinco sobrevivientes de la guerrilla que combatió en Bolivia cuando murió el Che. Esta cita también quedará para la próxima ya que los cuantiosos compromisos laborales de Harry no le permitieron tener el tiempo suficiente para reunirse conmigo.

En mi última noche, pude asistir al Carnaval de La Habana que a pesar de tener "mala fama" entre los cubanos, me pareció suficientemente seguro (a diferencia del ensayo técnico que ví a principios de este año en el sambódromo de Río de Janeiro, Brasil)



Ya frente al aeropuerto, uno puede avistar propaganda contra el gobierno de Estados Unidos. Esta me pareció bastante ingeniosa:



Ahora sí cierro mi relato con otra canción que el gran Buena Vista Social Club hizo conocida, la de una despistada que se olvidó algo antes de irse dormir. En esta ocasión está interpretada al aire libre por un grupo de 6 señores de Trinidad, que como si estuviésemos en un fogón, nos deleitaron con clásicos de la trova y el son cubanos "a pedido".
Este tema fue el que yo pedí...